Es el límite de los territorios llanos y relajados, que al oeste de la población se transforman en un somontano escabroso por la acción de los barrancos que drenan hacia el río Isuela. Los carrascales se desarrollan en las pendientes no aptas para el cultivo, y los tremoles de barrancos y rezumaderos de agua dan un toque de color al paisaje agrícola de secanos, olivos y almendros.