El ciclo de las plantas, como el de los seres vivos, es nacer, desarrollarse, reproducirse y morir. En algunas plantas este ciclo dura unas semanas (por lo que no pueden desarrollar un tamaño muy grande, solo unos escasos 2 ó 3 centímetros) y en otras varios siglos. Contando los anillos del tronco de los árboles podemos aproximarnos a su edad; así los árboles más antiguos del Alto Aragón sobrepasan los 630 años, los más antiguos del Pirineo los 750 años y los más antiguos de la Península los 1400 años.

No todas las plantas se desarrollan con las mismas condiciones. Las más tempranas tienen que estar preparadas para soportar alguna heladas, a cambio dispone de mayor humedad; las más tardías tienen la temperatura asegurada pero se exponen a que no dispongan de agua suficiente hasta el final de su desarrollo. Por eso las plantas de zonas secas como los yermos florecen antes y las de zonas húmedas como riveras lo hacen en el verano; un tercer grupo se espera la final del verano.

La vegetación que debía cubrir los somontanos por sus características climáticas, la vegetación clímax, es el carrascal. Las actividades humanas y el fuego la han alterado; después del incendio germinan las semillas que han sobrevivido, y rebrotan algunos arbustos a partir de las raíces enterradas. Estas plantas adaptadas a crecer a pleno sol y en suelos deteriorados es la vegetación secundaria. En ella, poco a poco, a la sombra de los arbustos y con el suelo más recuperado aparecen los primeros árboles y si pasa suficiente tiempo, aproximadamente un siglo, el bosque vuelve a extenderse por sus antiguos dominios, es la sucesión vegetal.