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El clima en el territorio del ayuntamiento de Nueno es muy variado, reflejo de del contraste de altitudes (entre los 620 y los 2077 metros sobre el nivel del mar), y de orientación respecto al sol y a los frentes de nubes que traen la lluvia.   Por eso encontramos desde los secos y cálidos estíos en el somontano solo alterados por alguna tormenta a final del día, a los veranos más frescos, nubosos y húmedos de los pueblos que se encuentran al norte de la sierra de la sierra. En invierno las cosas pueden cambiar, y durante el día las laderas de solana de la sierra iluminadas por el sol, son franjas cálidas entre las cimas nevadas y los somontanos cubiertos por el mar de nubes y una temperatura más fría que hace que la escarcha se acumule durante varios días. Mientras las umbrías duermen, esperando el momento que los rayos solares les alcancen con la llegada de la primavera y se libren de las heladas.

El clima lo solemos definir de acuerdo a las características de las temperaturas y las precipitaciones, sus valores y su distribución a lo largo del año nos van a permitir clasificarlos.

La zona que ocupa en Nueno la podemos clasificar de acuerdo a la temperatura como clima continental o contrastado (extremado). Las propias definiciones nos indican sus características, la lejanía de esta zona de los mares y por lo tanto de su influjo moderador de las temperaturas, hace que sea frío en invierno y calido en verano, pues el aire que hay sobre la superficie del suelo se enfría o calienta rápidamente, incluso a lo largo de un día. Respecto a las precipitaciones el influjo del anticiclón de las Azores desvía los frentes de borrascas que provienen norte, esta situación es especialmente marcada en verano, y sin borrascas no hay lluvias. Los veranos secos y calurosos son precisamente una característica del clima mediterráneo.

Temperatura y altitud

Y esto seria así en todo el territorio sino fuera por el efecto que el relieve de La Sierra tiene sobre el clima general de la zona, de manera que lo dulcifica o lo intensifica. En el apartado anterior ya hemos hablado del gran desnivel entre la parte alta de La Sierra y el llano de los somontanos que hay a sus pies. Todos hemos observado que durante el invierno la nieve permanece más tiempo en lo alto de las montañas, esto tiene una fácil explicación, según ascendemos en altitud el aire se va haciendo menos denso, más tenue, sus moléculas se encuentran más separas y se reduce la humedad que pueda contener, por lo que disminuye la capacidad del mismo para retener el calor del sol, y por lo tanto a más altitud menos temperatura, luego más frío. De hecho, las temperaturas que encontramos en el pico de Guara son muy semejantes a las que hay en el norte de Europa, y tal y como lo atestiguan las especies de plantas que viven ahí.

Orientación y rayos solares

La intensidad de los rayos solares es mayor cuanto más perpendiculares inciden sobre una superficie, por eso a medio día en verano “pican” más y en invierno cuando el sol esta más bajo en el horizonte calientan menos.

En invierno los rayos solares que inciden sobre una montaña dependen de su orientación. Las laderas orientadas al sur, de solana o solanos, los reciben durante todo el día y como la inclinación de la ladera compensa el de los rayos, su efecto es bastante notable. En cambio el las laderas orientadas al norte, de umbría o pacos, la inclinación de la ladera aumenta la inclinación con que los rayos solares inciden en la misma, por lo que a nivel del suelo su efecto es bastante reducido, cuando no inexistente pues la propia montaña los bloquea de manera que la umbría queda ala sombra durante largos periodos del invierno.

De manera que la orientación de las laderas va a influir en sus temperaturas diurnas al menos durante el invierno, siendo las solanas soleadas y más calidas, y las umbrías más sombrías y frías

Las montañas como barrera, la sombra pluviométrica

Las montañas tienen un notable efecto barrera, no solo para los desplazamientos de los animales y los humanos, si no también para los frentes de nubes. Cuando una borrasca empujada por el viento se encuentra con una montaña tiende a ascenderla para superarla, al hacerlo se enfría y el vapor que contiene se condensa y precipita en forma de lluvia, nieve o simplemente “mojadura” en la ladera de barlovento. Una vez superado el obstáculo las nubes dejan ya escasas precipitaciones, o ninguna, en la ladera de sotavento, es la llamada sombra pluviométrica. Como en nuestra zona los frentes de nubes provienen principalmente del Cantábrico, es la ladera norte de la sierra la que más precipitaciones recibe; y estas se ven intensificadas además con la altura. Mientras que en la cara sur las precipitaciones no solo son menores sino a veces inexistentes, pues muchas veces en cuanto la nube supera el obstáculo se deshace.

Orientación y humedad

Como además de mayores precipitaciones, la ladera norte es más fresca y más húmeda pues recibe menos rayos solares directos, y hay un mayor número de días nublados, el contraste de humedad entre las laderas de solana y umbría se ve intensificada; y como veremos más adelante, la vegetación refleja estas diferencias climáticas.

Por eso en los pueblos de la zona sur, hay cultivos mediterráneos como la vid y el olivo, y cereales de secano. Mientras que en los pueblos de la zona norte necesitan más tiempo para desarrollarse los cereales, y los cultivos que en la zona sur necesitan regarse como las patatas y alfalfa, aquí no hace falta; también son más frecuentes los pastos de verano y los bosques.

El viento

El viento es el que trae la lluvia, al impulsar las nubes, pero el viento solo sin nubes tiene el efecto contrario, hace aumentar la evaporación y con ello la desecación, recordemos la ropa de la colada se seca más rápido los días de brisa. En los collados y cimas de las montañas además el aire al pasar toma mayor velocidad, de la misma forma que al apretar la boca de la manguera sale la misma cantidad de agua pero a mayor velocidad, (efecto Venturi); por lo que la humedad es aquí menor, y se nota en las plantas que viven en estas zonas venteadas, con su porte postrado y formas de almohadillas como el erizón, más propias de la vegetación de los desiertos, que del bosque que crece no muy lejos.

La inversión térmica

Hay una época del año en la que se produce un fenómeno meteorológico que cambia por unos días la distribución de las temperaturas, es la inversión térmica. En invierno después de varios días de estabilidad sin nubes y sin viento, el aire frío que es mas denso y pesado va «cayendo» hacia el fondo de los valles donde se acumula, y desplaza a cotas más altas el aire más cálido y por lo tanto menos pesado. De esta manera en el fondo del valle hace mucho más frío que en las laderas soleadas de la montaña, al menos durante el día.

Si esta situación se mantiene, la humedad del aire que también se concentra en el fondo de los valles se enfría y transforma en niebla, niebla que no desaparece durante el día, formando un “mar de nubes” e impide que los rayos del sol calienten el fondo de los valles, por lo que contribuye al mantenimiento de la inversión térmica. La niebla a su vez se va condensado y empapando las superficies que toca, siendo este un aporte de agua de difícil aprovechamiento pues las plantas se hallan en descanso vegetativo, pero que se acumula en el subsuelo.

Dorondón

Si la temperatura es inferior a 0º centígrados, el agua condensada de la niebla se hiela y se transforma en escarcha. Como las temperaturas se mantienen por debajo del punto de congelación a lo largo de los días la escarcha se va acumulando, cubriendo el suelo y la vegetación, creando paisajes muy estéticos pero incómodos para estar sumergidos en ellos varios días, en algunas zonas  a este fenómeno se le denomina dorondón.