Es uno de los rasgos más característicos del territorio, en especial visto desde el sur. A su espectacularidad hay que sumarle su importancia geológica y como enclave de plantas y animales singulares, así como su importancia histórica.

La erosión ha delimitado en los conglomerados del Salto de Roldán, tres peñas de formas redondeadas pero de paredes verticales denominadas mallos, entre las cuales discurre encajado en un estrecho cañón el río Flumen. Aunque los materiales que lo forman suelen estar dispuestos en estratos horizontales, en el flanco este de la Peña de San Miguel se encuentra el pliegue de los Bozos, formado por el empuje durante las fases finales de la elevación del Pirineo.

En cuanto a la botánica, destaca como enclave de plantas que no soportan bien las heladas (termófilas) y son más propias de zonas costeras como el lentisco (Pistacia lentiscus) o la olivareta (Phillyrea angustifolia). Plantas rupícolas como el endemismo local Veronica longiflora o prepirenaicos como la oreja de oso (Ramonda myconii) y la corona de rey (Saxifraga longifolia). Es la única localidad en el Alto Aragón de una pequeña planta propia de suelos húmedos denominada Anagallis tenella o del liquen Teloschistes chrysophthalmus.

Entre la fauna destacan las aves rapaces como el quebrantahuesos, y las águilas (real, perdicera, calzada y culebrera), así como el halcón, el alimoche y el buitre leonado cuya colonia es especialmente importante. En invierno aquí se refugia el acentor alpino y el treparriscos.

En el aspecto humano, era un lugar de pastoreo para las cabras y aunque parezca extraño, las ovejas más flacas se subían a mano a lo alto de la peña San Miguel para que engordaran ahí. En lo más alto se encuentra un antiguo despoblado con restos de campos de cultivo y dos ermitas románicas dedicadas a San Miguel. Además tuvo importancia por ser la frontera entre musulmanes y cristianos, como demuestran los restos de una torre de vigilancia inacabada.

Como corresponde a un lugar que destaca de forma notable en el paisaje, hay varias leyendas que se desarrollan en este lugar. Localmente a estas tres peñas: san Miguel, Man y el Fraile, se las denomina Peñas de San Miguel, la leyenda cuenta el reto entre san Miguel y san Martín a ver quien conseguía saltar entre las peñas, uno en buey y el otro en caballo; lo consiguió san Martín que iba a caballo, san Miguel salto pero no logró cruzar el río y se quedo en la peña que lleva su nombre. La denominación de Salto de Roldán aparece en el siglo XVIII y seguramente esta leyenda surja a partir de la anterior, como transformación culta de la misma.